Francisca Molina Herrador
Los peces de Florencia ¿Quien es quien?

La sociedades modernas son muy complejas, en plena era de transformación digital, plataformas online, robotizacion, big data, blockchain, hemos descubierto que el coronavirus o el COVID-19, ha despertado en las personas una humanización que creíamos perdida. Me resulta emocionante ver en los barrios, los aplausos al personal sanitario, cantando, unidos en la solidaridad de ir a hacerle la compra a tus vecinos mayores, como el internet de las cosas ha acercado mas a las personas, creando actividades para niños, clases de baile, cuenta cuentos, clases de manualidades, coaching y todo gratis. Asistir a este escenario de colaboración, hace solo dos meses era impensable.
Al mismo tiempo muchos nos hemos enterado que en los canales de Venecia, en ese agua verde y mal oliente, había peces, la ausencia de las personas en las calles ha permitido que el medio ambiente haya tenido vacaciones de la presencia del ser humano y hemos descubierto que esas vacaciones han sido buenas para nuestro entorno natural y que nos rodea ademas cada día.
Curiosamente en enero de este mismo año, Larry Fink, director de BlackRock insistió una vez más en la importancia de que las corporaciones comenzaran a pensar, no solo en los accionistas, sino en el resto de sus grupos de interés. «Estamos al borde de un cambio estructural de las finanzas», dijo.

Hoy ha llegado el momento de saber realmente quién es quién. La contingencia causada por la declarada pandemia de COVID-19 ha llevado al mundo entero a tomar medidas drásticas para frenar contagios y combatir la crisis sanitaria global. En medio de ese paradigma el poder de las empresas y su anhelado pensar más allá de las ganancias, es más importante que nunca.
Los compromisos expuestos en sus políticas de responsabilidad social y su afán de autonombrarse socialmente responsables han creado en los consumidores y otros stakeholders expectativas muy altas respecto de su comportamiento, especialmente en tiempos de crisis. La pregunta hoy es si sus acciones estarán realmente a la altura de esas expectativas o la moda por el propósito ha hecho que muchas anduvieran por ahí hablando de más.

La contingencia por COVID-19 requerirá compromiso por parte de todos los actores sociales para frenar la propagación del virus. ¿Se acordarán las empresas de lo responsables que dicen ser y lo comprometidas que aseguran estar, en medio de este nuevo paradigma?.
Frente a las advertencias de recortes de previsiones que han recorrido las Bolsas de todo el mundo, el panorama de incertidumbre es innegable y las finanzas corporativas sufren como nunca. El escenario es negro. Igual para las grandes que para las pequeñas, para las que los números rojos significan con frecuencia una muerte segura.
Las suspensiones de empleo afectan ya a 1,5 millones millones de trabajadores. Los ERTEs presentados se acercan a los 200.000.
Y no vamos a hablar de los/as autónomos/as, mas de 3.000.000 en el Estado Español, colectivo que se siente, desamparado, abandonado y tocado y hundido, frente a unas medidas insuficientes y poco acertadas que seguramente traerá consecuencias no positivas.
Esta situación ha reordenado una jerarquía de valores. El miedo tiene mas presencia que nunca, sobre todo por la vulnerabilidad de que todavía no sabemos lo que hemos perdido de verdad, tendremos que vivir el duelo sin remedio, con una estrategia colectiva, espero, donde la cooperación, la solidaridad y la responsabilidad serán los principales ejes, sin olvidar que también viviremos una oleada de baby boom o de divorcios boom o las dos cosas juntas.
Pero no debemos de olvidar la lección que nos esta dando el Coronavirus y es que aunque estemos aislados no estamos solos. Entre todos conseguiremos destruir al COVID-19.
Francisca Molina Herrador